Estas observaciones de Da Costa Fontes parten de la suspicacia, que ya apuntara Claude Allaigre, de que el viaje por Levante o la “erección” que el topónimo sugiere, con su amado Diomedes el de Ravenna, y por ello bien dotado de “rabo,” no son más que juegos con los que Delicado bautiza a su pícara con el sobrenombre de “lozana” por el brío y la entrega con la que se presta a los intercambios comerciales junto con su amante. En realidad, tanto Da Costa Fontes como Allaigre ven en el intercambio sexual un cange comercial, no solo entre la pícara y Diomedes sino también entre ella y otros clientes que encuentran en el viaje, puesto que “siempre en su casa había concurso de personas gentiles y bien criadas, y como veían que a la señora Aldonza no le faltaba nada… y era dicho entre todos de su lozanía, ansí en su cara como en todos sus miembros (43; lo subrayado es mío). En efecto, la pícara hace partícipes de “todos sus miembros” a esos supuestos clientes que le dan el sobrenombre de Lozana poniendo por lo tanto en entredicho la relación leal que estudiosos como Antonio Vilanova han querido ver en la relación de Diomedes y Lozana, según el cual ésta “ha guardado el recato y la honestidad que corresponde a una esposa legítima” (xii). Creemos que en este caso Lozana no es más que una “esposa temporal” que sirve su cometido al seguir a su amante con devoción, después de todo Diomedes es un rico comerciante que se pasa la mayoría del tiempo viajando: “¿Y cuándo quiere vuestra merced que partamos? ¡Porque yo no delibro de volver a casa por el mantillo!” (44), sin ningún tipo de recelo o preocupación por dejar su patria e incluso sus hijos, a los que sólo considera como garantía de su unión, su “banco perpetuo” (44). Sin embargo, la fecha de caducidad de esta relación de naturaleza temporal,_ es acortada por la inquietud del padre de Diomedes, que ve el posible peligro de alargarla.

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1. Detalle mujer llevando cuna.        2. Detalle de mujer llevando una canasta.       3. Detalle mujer levantando su vestido rosado.

 Es así cómo, por encargo del padre, Diomedes es encarcelado y Lozana es “depojada en camisa… Y así fue dada a un barquero para que la echase en la mar, al cual dio cien ducados el padre de Diomedes, porque ella no parecise” (45). Alegando pena al verla “sola y pobre,” el barquero la deja con vida. Lozana pasa ahora de ser “esposa temporal,” a su nuevo estado de prostituta al llegar a Roma._ Recordemos que según se recoge en la Leyenda aúrea y en el Libro de Santa María Egipcíaca, adaptación del poema francés Vie de Sainte Marie l’Egyptienne, la santa emprendió una especie de anti-peregrinación buscando clientes entre los peregrinos a Tierra Santa de los que consiguió el dinero para su viaje ofreciendo sus favores sexuales hasta llegar a Jerusalén, donde al poco tiempo cambió su vida.

     Sin embargo, cuando Lozana llega a Roma, otra ciudad clave de peregrinaciones, después de venderse por el Mediterráneo no encuentra más que alicientes para seguir su vida de comercio sexual. De hecho, con su llegada a la ciudad papal, se completa su trayectoria marítima hecha posible por la venta, no solo del anillo que le regalara su amante sino también de su cuerpo. Esta interpretación subrayada por Louis Imperiale en La Roma clandestina, nos informa de que una vez conocida por Lozana la fama de una Roma repleta de prostitutas, a la que en forma de peregrinación muchas llegaban de todos los rincones del mundo, la pícara decide instalarse allí. Además, señala el crítico que la venta del “anillo” por ser reiterada, se puede interpretar como diminutivo cazurro de “ano.” Así se explicaría que la pícara “siendo en Liorna vendió su anillo, y con él se fue hasta que llegó a Roma” (187; lo subrayado es mío). Del mismo modo, la referencia al acto sexual, ésta vez por la vía de penetración vaginal, también tiene conexión con la tradición folclórica la cual asocia la vagina con un anillo que es penetrado por el dedo/pene. En efecto, el lucrativo trayecto de Lozana pone de manifiesto por lo tanto, cuál será su ocupación en la Roma babilónica, pues al contrario que María Egipcíaca, que a su llegada cambió de comportamiento, lo que encuentra Lozana en la sede papal no son buenos ejemplos sino motivación para prosperar y expandir su negocio.

Otra “piedra rodadera” que llegó a Roma después de recorrer el Mediterráneo fue la granadina Isabella de Luna,_ personaje real y ficticio, pues fue inspiración para Matteo Bandello en dos de sus novelle, a la vez que suscitó el comentario de Marcelino Menéndez Pelayo en Orígenes de la novela (1905), donde propone a Isabella de Luna como modelo “vivo” de la pícara Lozana (305).

 

Lo mismo hace, en 1931, Havelock Ellis, el cual apunta que “Isabella de Luna, again another famous courtesan of the Renaissance, was also Spanish. She had, like Aldonza [Lozana], travelled much, even in North Africa… and highly spoken of by Bandello” (99). En efecto, Isabella de Luna es una prostituta seguidora del ejército,_ de hecho este peregrinaje de prostitutas era práctica corriente en la época que se tiende a olvidar, pues estas mujeres conocidas también con el nombre de maletas, como apunta María Inés Chamorro Fernández en su Tesoro de villanos, eran parte importante del ejército y de los famosos tercios españoles. Isabella de Luna incluso se encontrará presente en la jornada de Túnez de 1535 donde España y sus aliados arrebatan el control de esta región al almirante otomano Barbarroja:

Ce n’èuna, detta Isabella da Luna, Spagnuola, la quale ha cercato mezzo il mondo. Ella andò à la Goletta & Tunisi, per dar soccorso à i bisognosi soldati, e non gli lasciar morir di fame: ha anco un tempo seguitata la Corte de l’Imperadore, per la Lamagna e la Fiandra, & in diversi altri luoghi; non si trovado mai satia di prestar il suo cavallo à vettura, pure che fosse richiesta. (Bandello 355; lo subrayado es mío)

 

 

1616 Eigentliche Contrasatung, Einer Weiss Person. One of a collection of illustrations of Austrian soldiers. Woman holding rifle; town and tents in background.

 

1550 - 1600 Jost Amman -Landsknechte with 2 camp followers. 4th of 12 oval engr. of milit. types and scenes (from Militair Chargen?); bearded Landsknechte leading 2 women carrying baggage on their backs.

 

c.1550 Amman, Jost, 1539-1591 (artist) Bry, Theodor de, 1528-1598 (artist) German Landsknechte on the March, c. 1550 Engraving by Io. Theo. de Bry after Jose Amman; large group of landsknechte on march with mounted officer at head, Fahnenträger in center. DETAIL - left edge showing camp follower.

Costume Plate: Wife of a Warrior from Germany Reverse copy after Enea Vico (Italian, Parma 1523–1567 Ferrara) Series/Portfolio: Diversarum gentium nostrae aetatis habitus Date: ca. 1558–70 Medium: Engraving Dimensions: sheet: 5 7/8 x 4 7/16 in. (15 x 11.2 cm)

1598 Nuremberg - Mayr, Paulus, active 16th century (artist) Ulrich, Heinrich, ca. 1572-1621 (artist) - Dein speiklin trag ich an der hand. One of a collection of 14 anonymous engraved plated (after Ulrich and Mayr). 10 male and 4 female figures in military costume, each with rhymed caption. Woman with plumed hat holding basket and spear.

     Como comprobamos por la ironía de la cita, Isabella de Luna, como buena “peregrina,” se encarga de no dejar morir de hambre a los soldados y de dejarles montar su caballo._

 El papel de la mujer en el ejército ha dejado buena prueba del lugar precario que ocupa, no solo en los ejemplos literarios, sino en los documentos históricos ya plenamente documentados en trabajos como el de Parker en su The Army of Flanders and the Spanish Road, 1567-1659. Por ejemplo, la mujer es caracterizada principalmente como “mula o chica para todo” o, como señala Barton C. Hacker, “No queens were they; these wenches were called soldier-girls” (22),  mujeres que en su papel de “piedras rodaderas” servían de compañeras sexuales, lavanderas, cocineras, remendadoras y “mulas” que cargaban con los trabajos más varipintos. Un colorido ejemplo que documenta la labor de estas compañeras de los soldados queda recogido en la colección de grabados del XVI, La procesión triunfal de Maximiliano I. Estos grabados fueron comisionados por el emperador Maximiliano I como expresión de poder que le permitía, por menos medios que una de verdad, llevar a cabo una procesión que ensalzara su magnificencia.

     De hecho, aunque muchas de estas maletas eran las esposas de los soldados que acompañaban a sus maridos, la vida del ejército se prestaba a la laxitud sexual y de comportamiento, como lo prueba el dicho “¿Estamos aquí o en Flandes?,” para decir si ésa es forma debida de comportarse (citado por Parker, 153). Quede también como ejemplo el testamento del soldado Bartolomé Cedrellas, que en 1593 deja mandado que habiendo tenido relaciones con una tal María y no sabiendo si lo que “ansi pariere” fuera suyo, se comprueben las fechas del nacimiento del bebé con la fecha en la que tuvieron contacto carnal que según Bartolomé fue “el día del San Pedro” (citado por Parker 153).